Rogelio Ramos Signes


Cenizas

 

 

 

 

 

Una lluvia de cenizas cayó sobre Bariloche. Insistente, pertinaz, molesta, cayó y siguió cayendo.

 

 

Algunos vecinos (según escuché) salieron a la calle con paraguas y abrigos, pero ésta resbalaba y seguía hasta el suelo.

 

Está claro; era ceniza, no agua, ni siquiera nieve.

 

Mejor hubiese sido tener a mano una parrilla, tanto como para imaginar en qué lugar del cielo, o del atlas, se cocinaba un asado milenario al que no estaban invitados.

 

Cenizas. Sólo cenizas. Frías para colmo; sin la sospecha del fuego de un amor en otros tiempos.

 

Bravuconadas de esos volcanes trasandinos.