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Catalina Zentner

RETRATO DEL PASEANTE


Va desde una esquina a otra
silba la melodía de los escarabajos
suma pájaros
desmenuza una rama
bebe el aire
dobla enfáticamente cada pétalo
prende con alfileres soles en los tejados
domestica cigüeñas
se prepara un almuerzo de semillas
arrulla cigarrillos con canto de arrabal
almacena colmenas
coloca estampillas al cáliz del jazmín
un león hervíboro en medio de su pecho
el humo de una rosa en la solapa.

En la calle desierta de relojes
él va de norte a sur por el asfalto.




HOMBRE


El hombre está dormido
con la cabeza bajo el ala
no sabe cuando sonarán los relojes
ni quiere darse cuenta
que las horas
están electrizadas.

Suma y resta galaxias
va por cántaros
y recoge cerraduras
envía radiomensajes
allí donde el sueño
le acurruca semblantes y trapecios.

Una abeja
desde el ojo del tiempo
se emborracha de sol
a sus espaldas.

Todo parece lejos
y sin embargo
de sus dedos de harina
fluyen
silban
crecen
aquí y hoy
fibras de luz
sobre los días
sobre verdes hogueras
sobre el silencio.

Y las voces
paridas en la entraña del hombre
se apoderan del aire
para decirnos cuando
desde que precipicios y llanuras
están los desterrados
aguardando
el final del exilio.



F U G I T I V A


Desde las raíces
Subo el largo camino de mis venas.
Detrás, pisadas-
El aliento del cazador sobre la nuca.
Allá la rosa oscura.
Y mis huesos
ensamblados debajo de la piel
corren
me corren
llevan
me llevan
traen
a través de la bruma
hasta la oscura memoria de la rosa.

Catalina Zentner - Argentina-

De tu abrazo perdido


Extravié la manera de abrazarte
en no sé que lejanas, olvidadas comarcas.
Jorge Delbravo


Se me perdió tu abrazo en el cielo grisáceo,
funesta madrugada de un febrero infecundo.

Queda un surco y vestigios,
fuente de resplandores ausentes como el llanto
que reduce a cenizas restos de íntimo fuego.

Amores tardíos senderos intrincados,
reparador atisbo, exhalación de auroras,
laberinto de espuma que mi dolor esconde.

Al perderse tu abrazo me condené al calvario,
ese sitio difuso, imprevisto, siniestro,
donde purgo la culpa de quererte conmigo.

He perdido tu abrazo en el umbroso bosque
de espectros taciturnos y árboles recortados
por la furia del viento.

Cuesta reconocerme sin el lazo de nubes
y el bálsamo de especias que contuvo mi herida
cuando el sol se ausentaba.

El invierno está cerca, la plaza solitaria,
Es noche y se ha dormido la rosa de los vientos.


Marzo de 2010, sin tu presencia.


Partiré hacia la tierra donde todo es olvido
donde nadie reclame área de pertenencia
allí la luna estrena vestido de esponsales
aguardando los pasos del amante discreto

Sin otros abalorios que una estrella amarilla
como una antigua estampa cuarteada por el tiempo
estrujaré el pañuelo que sabe de mis lágrimas
dejando tras mis pasos azucenas vivaces.

¿Habrá luz que conduzca al sitio prometido?
¿Puerto de evocaciones
guillotina de nardos
ascensiones extrañas
rituales exquisitos?

Hay misterio
en el aire flotan presentimientos
el aire no traiciona
es puro y trae aromas frutales
y me envuelve
con mantilla de nubes.

Lunes de flores blancas
húmedas de tristeza.


MIRAR LA VIDA…

Esta alma mía
en medio del mar se sintió muy sola:
tan sola que ni el mismo Dios parecía
estar entre las olas.
(Samuel Taylor Coleridge)

Mirar la vida,
así como al descuido,
desde afuera.

Entornar las persianas
para que el sol no dañe las pupilas
cansadas de volar sin rumbo fijo,
perdidas en equívoco horizonte.

Vida que no me llamas
ni siquiera me tientan tus reflejos
ni faros engañosos en tus islas.

El espacio que habito,
madriguera guardiana de secretos,
vacío donde el alma navegante
peregrina buscando a Coleridge
liberador del peso del albatros.

Mirar la vida,
hasta cuando resista tanto lastre.
(El mar gritando ausencias me reclama).




Vivo con eso.
Con la amarga costumbre de extrañarte
de sentir el vacío a mi costado
presa de azul centella
congelada
la imagen que persigo en la vigilia.

Aprendí a ser la sombra de una sombra
que resiste
se esconde
y eterniza
más allá de la gloria y la ventura
más cerca del abrazo de la muerte.

Vivir es transcurrir mientras los días
me trasladan
autómata y precaria
hacia donde los pasos me conduzcan
apoyada mi mano en el vacío
gélido
minucioso
despiadado.

(En tanto llueve y llueve y el silencio
se refugia en las páginas de un libro).