DOMINAR LA
TEMPERATURA
El helado
se me adelanta y cambia de forma en la compotera.
El periodista mira a cámara desde una
fundición en Salta.
Transpira y está colorado. Hierro maleable,
pero le pagan bien, se ve.
Dejo la cuchara. Tintín pegajoso.
No sirve la ventana abierta.
Un
compañero de trabajo
anunció ayer a la mañana:
con control mental domino la temperatura.
¿Cuántos
perros tendrán las lenguas largas
en este momento?
¿Cuánta jubilada pituca con abanico?
¿Dónde
está el antídoto?
¿En los garajes
con sus bocas de penumbra?
¿En las entradas de edificio,
siempre húmedas?
Estiro las
piernas, tanteo el piso errática
hasta las ojotas.
Acomodo los pies.
Llevo la compotera a la bacha de la cocina.
Me está
fallando el yoga.