Uno a
veces no sabe amar.
Se encuentra y se des encuentra entre los
sentidos
de los fantasmas que se inventan.
Duramente conversamos largas noches
en cortos
y llenos vasos.
Nos sucede preguntarnos bajo la luna,
preguntas,
nos hacemos planteos, románticos, filosóficos,
de existencia en general.
Siempre la esquina del destina puede ser
primavera alegre.
Entonces nos comenta de nuestro amor,
de nuestra valentía de nuestro ser,
dialogamos a tientas con el espejo más íntimo,
el mundo siempre termina siendo,
o es apenas como queremos mirarlo.
Uno a veces no sabe amar.
saca cuentas y cuentas,
flores, cuadernos y caramelos
terminan durmiendo en las manos,
y no importan las restas si suman.
No importan si caben en la caen en la cajita
del bien
o del mal,
si nosotros hacemos este mundo.
igualmente suman.
A uno entonces claramente le llega
la tranquilidad,
de mirar y embarcarse en la noche perfecta.
Ya no sacamos cuentas ni nos preguntamos
si sabemos amar o no,
al final si nos mentimos las cuentas
y el amor siempre con los años son claros.