Oda al odio
Odio tener que alquitranar
mis párpados para tocarte,
la media falta y la llegada
tarde,
el café frío, el escalofrío
y la burla inmutable.
Odio alquilarme frases
desacorraladas
y festines a la carta que
me inviten a volar,
odio a los que no se dan el
gusto de creer un poco
y a los que no creen en
nada.
Odio los sedimentos,
odio a los que irrumpen
hambrientos
y sobre todo odio a mi corrector de texto,
cuando mis palabras
inexistentes
deciden suicidarse por no
estar.