María Isabel Saavedra


No diré nada
 
del gemido de mis yemas
 
dobladas
 
No en esta noche
 
avara de estrellas
 
 
 
Hubiera preferido
 
velar con mis manos
 
estas ranuras,
 
estos espejos
 
anegados de presencias.
 
 
 
Mejor es fingir ahora
 
un módico alborozo
 
desde esta cornisa en la que un gato,
 
con desidia, rapta la luz plata de la luna