Cercené
mis esperanzas con el mismo cristal
que usaba
para ver los estragos
dejados por los años en mi cabeza;
al cabo de mirarme la herida expandirse
con la noche por las paredes,
busqué en el fondo mis reflejos
con los ojos coloreados por el amor platónico,
soñando encontrar en la incoherencia
alguna lógica para cruzar el desierto
aunque fuera con la música ilógica de mi
sombra.