Crea esta luz y su honra
cáliz de grietas
ahora que el cielo disminuyó
el musgo del invierno.
Viaja la esperanza con ritmos impuros,
el vértigo de la emoción
en los fantasmas visitantes.
Se llueve en versos la angustia silente,
grita su olvido
en el egoísmo por sobrevivirse.
Así estipula septiembre a flor su cielo,
tal vez un año no vuelva,
desaparezca inadvertido
sobre esta ciudad que al fin siento propia
casi tanto como si nunca
me hubiera pertenecido.