JAVIER LOPEZ
BAJO
EL PUENTE
El frío calaba hasta los huesos bajo aquel puente
ubicado en una vialidad primaria. Lentamente y con un poco de temor me acerqué
a ella. Los pelos parados, las mejillas recubiertas de gruesas costras de
mugre. Los ojos clavados, hipnotizados en el tránsito de automóviles. No se
percató de mi presencia hasta tenerme a su lado. La mano temblorosa colocada
bajo su nariz, el veneno convertido en vapor
entrando por sus fosas nasales. Me miró con ojos perdidos, tal vez el instinto
de supervivencia provocó que se percatara de mi presencia. Con voz modulada le
cuestioné… ¿Por qué lo haces, por que no mejor un líquido caliente? Porque un
café caliente no me ayuda a olvidar el desprecio de mis padres, el abuso sexual
y el asco y la indiferencia con que me mira toda la gente, ¡esto es una mona
pa’ poder olvidar!. Me contestó esa niña de la calle y continuó inhalando su
mona de activo.