Jorge Humberto/Covina/Portugal

LISBOA SIN ENCANTO



En este mundo donde se cruzan hombres solos,
se queda en nosotros la mirada del niño
preguntándose por qué no sonríen
los adultos y por qué necesitan ellos
de sus antiguas guerras tribales.

Hombres cansados de tantas luchas
matan la soledad en un vaso de vino
y se les modifica la voz
como en una canción muchas veces repetida,
arrastrando su nombre por la tierra.

No comprende el niño
el por qué de esas guerras banales.

Hombres sin rostro pasan entre la multitud
extendiendo la mano.

Y el niño a lo lejos llora en voz baja
su enorme tristeza,
perdido en Lisboa
en una calle cualquiera de la antigua Ciudad.