El despertar
Y desperté piel muerta bajo
tus uñas de rapaz impía.
En ansiosos hijos que
exploraron sin fortuna desde
tu boca, los senderos que
conducen a la vida.
Elástico, hidratando cada
célula erudita que erigió
placeres a mi tacto.
Amanecí sombra refugiada
entre tus pechos amasados.
Aire asfixiado en tu garganta.
Huracán lejano en tus oídos.
En anestésicos aromas por el
horizonte de tus vellos encolados.
Abrí los ojos entre vestigios
de un holocausto que aún
rezumaba somnolientos placeres
bajo tus restos; esparcidos
caóticamente en este universo
de sosiego y de recuerdos.
Y nunca más pensé que morir
fuese algo peor que no estar
de nuevo, derramado del todo
y sin mesura, en ti.