No será para mí
la luz que baila en tus ojos,
ardientes alacenas,
como loca llamarada.
No será para mí
el oscuro río de tu pelo
donde abrevan las estrellas
y habita el sueño de las hadas.
No será para mí
el alto océano de tu boca
donde renacen lunas moribundas
y esta noche triste naufraga.
No será para mí
la levedad sin fin de tu pecho
donde tanto abril en vilo
sobre mellizas rosas se derrama.
No será para mí
la primavera tímida de tu vientre
donde un manantial de fuego
de agua pura me sacia y salva.
No serán para mí
la luz, tu pelo y las estrellas,
la alta mar de tu sueño,
el cielo de abril que desatas.
Pero igual los canto.