Nadie puede desdoblar
mi corazón
con un grito de espesura,
cuando nacen las palabras
en la ojera del silencio.
Hay música y ritmo en cada estación
en mis lugares amados,
como el sonido de un tren
que nunca parte y siempre llega.
Tengo plenitud de universos
en la mirada de los días,
y a veces me fugo de mi cuerpo
para buscar el origen de la lluvia
que borra los perfiles del presente.
Por eso, escribiré
de adentro hacia afuera,
hasta que mis ojos
no soporten las palabras.
Escribiré, escribiré,
aunque en cada hoja en blanco
esté el rostro de un poema
que me robe la conciencia,
y me ahogue entre los versos.