I
Notas que vuelan como palomas trasparentes,
melodía que abre la tarde en sesenta gajos,
dos cuerdas sobre el mundo
y un boceto de aire.
Incertidumbre del tiempo
que nos toca vivir en el adagio.
Sol de alas y plumajes amarillos,
flor de luz, copla marina,
piano nevado y azabache,
viento que a los árboles despeina cuando
llueve.
II
Ay adagio, cómo zumban
tus notas a dardos encendidos
abotonando y desabotonando esta tristeza
que se revuelca en el insomnio.
Una cuerda silba una pregunta,
savia de abismos junto a mi lecho.
III
Marchas después del alba
y el violín toca el recuerdo
de tus manos en mi templo.
Azorado corazón que se estremece.
Nota final y una sentencia:
una puerta que se cierra a la sospecha.