CUATRO MONEDAS
Cuatro monedas
y sin un sueño.
El pecho en carne
viva
una multitud en el
alma
y un silencio
aterrador.
Ella se prende del
iris
sin poder entrar en
la retina
ahí en la entrada de
la esencia
no declama, no señala
solo acompaña
La lujuria ronda,
con palabras que
golpean
y cualquiera es Dios
en bolsillos ajenos,
llevándose la última
gota.
Ella entrará
cuando alguna lágrima
le abra la puerta de
nuestras
miserias descarnadas.