Las olas infatigables
En el insondable fondo azul
de este océano majestuoso
se esconde la perla de mi óbice,...
resquebrajada por el croar de los scherzos marinos,
y por el arrullo triste de las caracolas.
Lleva grabada en la superficie
el impudor de las piedras de los siglos
como una gota oscura
que atraviesa las paredes toscas del alma.
En algún instante alzaré estas alas
empapadas de yodo
para buscar el curso del sol,
y remontando a Ícaro,
dormiré en la primavera de los héroes.
Atrás quedará el jardín de los diamantes condenados,
las llagas y las lágrimas del cuerpo,
todo lo dejo...
Y en los relojes honderos de la muerte
el árbol del día parirá otro fruto eterno.
Daniel Montoly
En el insondable fondo azul
de este océano majestuoso
se esconde la perla de mi óbice,...
resquebrajada por el croar de los scherzos marinos,
y por el arrullo triste de las caracolas.
Lleva grabada en la superficie
el impudor de las piedras de los siglos
como una gota oscura
que atraviesa las paredes toscas del alma.
En algún instante alzaré estas alas
empapadas de yodo
para buscar el curso del sol,
y remontando a Ícaro,
dormiré en la primavera de los héroes.
Atrás quedará el jardín de los diamantes condenados,
las llagas y las lágrimas del cuerpo,
todo lo dejo...
Y en los relojes honderos de la muerte
el árbol del día parirá otro fruto eterno.
Daniel Montoly