La
inocencia de la madrugada. (Dedicada a las víctimas de las inundaciones.)
Las
aguas
se arrastran
con la mirada turbia
como serpiente sin cauce,
muerden
la inocencia de la madrugada.
Puertas y ventanas
ser resisten
a la marca del fenómeno
con sus músculos descarnados
y el espíritu arqueado.
El miedo
sube por las paredes
deja su silueta aceitosa
en la incertidumbre
de la oscuridad.
El cielo se pronuncia culpable
y castiga con su látigo eléctrico
la espalda desnuda
de la ciudad,
los ornamentos del peligro
la enjoyan como vedette.
Confirmando su asistencia
la muerte
deja su autógrafo.