Diana Bracamonte


XXIII Eclipse

 

Te miro

 reflejada en el río.

 Tu color blanco

 se tornó

 color

 de fuego.

 Como el fuego

 de esa boca,

 que beso mi cuello

 y me habló al oído,

 y esas manos,

 que hurgaron

en mis centros,

 y me mostraron

 tu dos caras,

 viajando en

naves de rocío.

 Te miro

 y estás más bella

 que nunca,

 porque una vez

 viaje hacia ti,

 y en ti

 me dejé bañar

 de éxtasis y deseo,

 liada en tus cráteres

 al sexo enamorado,

 conocí

la embriaguez.

 

 Te miro

 y todo eso,

 luna ardiente,

 decido y me permito

 sentirlo otra vez…