XXIII
Eclipse
Te miro
reflejada en el río.
Tu color blanco
se tornó
color
de fuego.
Como el fuego
de esa boca,
que beso mi cuello
y me habló al oído,
y esas manos,
que hurgaron
en mis
centros,
y me mostraron
tu dos caras,
viajando en
naves de
rocío.
Te miro
y estás más bella
que nunca,
porque una vez
viaje hacia ti,
y en ti
me dejé bañar
de éxtasis y deseo,
liada en tus cráteres
al sexo enamorado,
conocí
la
embriaguez.
Te miro
y todo eso,
luna ardiente,
decido y me permito
sentirlo otra vez…