Los materiales del amor
Para Malala
Un momento después
descubro que al pasar por tus ojos
me transformo en semilla.
Un momento después,
sí,
porque mis manos se demoran
con las últimas gotas del miedo.
Es que un segundo hacia atrás
no había jardines,
ni agua ni horizonte.
Un segundo hacia el costado
y la mente se enredaba con el filo
de algún hacha.
Fue necesario un segundo
para tomar los materiales del amor,
para escapar hacia tus ojos
y transformarme en semilla.
Un segundo, nada menos.
Un segundo
es el tiempo que lleva entrar en la tierra
y sentirse protegido.
Un segundo
para ser la tierra,
para hacer la tierra,
para hacer que los brotes
se tienten con la tierra.
Un segundo para mirarte,
para cambiar con tu mirada.
Y entonces
llega el momento,
el momento después,
ese momento
en que los aviones de tus ojos
me elevan,
me devuelven a la luz,
me convidan con el vértigo de estar en la tierra
mientras me alejo de la tierra.
Los materiales del amor
se despliegan, me envuelven,
me liberan.
Y ahora los barcos tienen una ruta,
las palabras tienen una ruta.
La piel tiene una ruta.
La semilla que soy
se desanuda sin apuro.
Abre sus tallos,
se abre en tu beso,
me abre a tu agua.
Y entonces,
un momento después,
soy eterno
entre tus ojos.
Un momento después,
sí,
qué importa un momento
cuando los materiales del amor
desanudan el tiempo.
Construyen
el tiempo.
Nos soplan
hacia el tiempo.
Qué importa un momento
si en los remolinos del tiempo
no hay tiempo
que perder.