Alicia Salinas

POSTA


Qué saben de la primavera
quienes tanto la nombran.
Ni llano ni río para que el poema
provenga de Rosario. En su origen,
una virgen, un altar, el palenque
para descanso de caballos
y gentes camino a la metrópolis.

Una misión contemporánea: averiguar
dónde están las mariposas (anuncian
la retirada del invierno). La señora
se preocupa porque los nuevos edificios
le tapan el sol, mientras caen obreros
al vacío y las orugas se extinguieron.

Busco a los poetas
en bares que conocí, soñé, me contaron.
Whisky hasta el amanecer, embebidos
de otras profesiones y oficios
se reían de sí, secretamente
envidiaban la sombra del vecino.
Los busco bajo las baldosas del centro
pues llegaban de los barrios al reducto
elegido, al buril del librero
que bruñía su próxima lectura.

Qué saben de la primavera
los que no entienden la poesía.
Donde la palabra daba vida
a la crisálida, torres clavan
su sombra y aún hay alguien
camino a ningún sitio
del que soy sólo su posta.

No cultivo el desencanto pero
cae la noche y todo lo que duele
es más doliente. Quizás por eso
susurra sus respuestas el olvido.