Allá afuera
en el humano ruido,
unos entretienen el tiempo con absurdos,
otros fuman, beben, tararean, insultan,
juegan con el ruido estruendoso de los bares,
cumplen un destino que los deja vacíos
como si fueran aves nocturnas,
murciélagos, vampiros de la noche.
Yo, en cambio, invento nombres,
imagino ríos por donde corren piedras,
también busco palabras efímeras
que sólo yo comprendo a cielo abierto,
de esas que se forman en las nubes
y así, viajo en silencio a mis adentros
donde no vive nadie.
Y es en esa intimidad,
la que tiene un límite secreto
que sólo yo conozco,
donde multiplico el amor con las palabras.
Mi corazón conoce mis latidos
porque entiende que vivo como yerba fresca,
ligera, sin equipajes innecesarios
y sin el peso de los días muertos.
Mi corazón también entiende
por qué enciendo una vela blanca
en medio de la noche,
para masticar esa paz a solas,
esa paz que me circunda,
esa paz...a cielo abierto.