Ya no me dueles: he logrado
vaciar el néctar de tus besos en otros labios
que no viven sin los míos
y palpitan al compás de mis latidos.
Ya no me quemas: he aprendido
a apagar la llama ahogándola en el río
que fluye cuando lo miro
y me abraza en sus aguas satisfecha.
Ya no me hieres: he podido
curar la llaga y volverla leve marca
que se diluye con los años
que la entierran sin tenerle compasión.
Ya no me puedes:
ya no hay amor.