Extra-tejía
Penélope tejía sin parar. Tejía parada o sentada. Dormida o despierta. Tejía y destejía para tejer extra, para que no se le terminara la lana de todas las ovejas, para que no se abandonaran sus dedos en la inactividad. Tejía, además, para ejercitar sus manos y hacerlas ágiles de caricias, para que sus manos, en buena forma, también besaran como bocas y tocaran el cuerpo de Ulises como música tranquilizando a un niño. Quería esperarlo aún sabiéndolo objeto de las nereidas. Aún sabiéndose mortal enamorada de un hombre que está siempre alejándose.
Y es que Penélope tejía toda su alma en esa espera. A punto simple, acompañada de fantasmas. Sabía que al fin, cuando las ninfas y las musas y las sirenas se cansaran de su héroe, cuando su héroe se cansara de las aventuras, él se abrigaría en su regazo. Se quedaría en el tejido infinito de su amor.