ENTRE NOCHES Y SOMBRAS
En el plenilunio de cada noche,
de cada tardío amanecer,
se agita el silencio de la madrugada
que arrastra sombras inefables
para trasnochar mis sueños.
Y ha de crucificar mis manos
y apretarme el cuello
cuando en un rayo de luz parido
me reflejo en miasmas.
Te digo (creo yo) que no le temo.
Y no le temo, te digo
porque los ojos también traicionan
cuando la mente se junta
con las ansias.
Me ha traído (la noche)
los desvelos que llenan
de canas mi insomnio.
¡Ay que no!
que no le temo, te digo.
La noche no es noche
sin fantasmas.