A la Ceiba
Burilo en tu corteza mi región,
Como el aire que cruza la campiña.
Y se me figura una religión
que cinceló a mano mi mismo Dios,
su sinfonía al cerro parte en dos
su danza en el viento hace una canción.
¡OH Ceiba! Vuestra hermosura no engaña;
así como le das sombra al viajero
y una nevada flor para la araña
asimismo ofreces nido al jilguero,
majestuosa sombra la tierra baña
vigorizándola cual jardinero,
profuso vegetal es tu vestido
en donde florece lo ya vivido.