HECHICERA ALADA
Entre jardines suspendidos, por terrazas
de mármol, donde penden las más
coloreadas y bizarras flores, mirando,
al lejos, pequeño puente de madera,
sobre el signo, de la luna llena, vistes a
noche, de sedas y de satenes.
Y la coloración, de cada una, de tuyas
piezas, de ropa, al estilo oriental,
son colírio, para ojos cansados, y,
en tuyo porte hierático, con el cabello,
cubriéndote los pies, dejas que sea lo
manso viento, a perderte, en el horizonte.
Para allá del terraza, todo parece hecho
de plata, como que magia, emanada
por ti, cada mirar fijo tuyo , o gesto
de tu mano, en una orden casi que
despercibida, a cualquier uno de nosotros,
simple mortales, intentando adivinarte.
Y en ese tu reino mágico, concedido por las
manos, de algún mago, junto de tu árbol,
de bambú, a todo dominas, hasta las nubes,
que, como algodón, si perfilan, unas después de
otras, acariciando y agitando, brillantes
aguas, para ahí recoger, el néctar, necesario.