Edna Pozzi, Argentina

Y a las estaciones del dolor subo, madre
recorriendo la tierra de lilas y batracios
que ahora es tu cuna

Vuelve para enseñarme
cómo se arma una trampa para grillos
y cómo en la tarde hay que doblar los tallos de gladiolos
para conseguir una casita con frescor de mar
y el vuelo rasante de las gaviotas

Ya no soporto la hermosa tierra, madre
Estoy tan sola, tan inabarcablemente sola
que hasta el abuelo
que es pura ceniza y olor a tabaco
ha venido corriendo desde el páramo para levantarme
mostrar el cielo de Sicilia
y el lugar donde los escribas dejaron mi nombre
oculto en una piedra

Ya no me puedo erguir, madre
apenas si veo contornos borrosos del recuerdo
y las palabras sin fervor de ojos tristes
aullando una congoja que nadie comprende
ni descrifa
Es ya la hora que me hagas un lugar a tu lado, madre

Detrás de este final no hay dignidad ni belleza
Sólo este dolor en las rodillas, en el pecho, en las sienes
La cabeza que no puedo levantar para que el abuelo
sujete mi pelo con una cinta azul
me diga: Vamos, Beatricita
te haré un bastón con una rama de níspero
y si alzas la mano
tal vez puedas apresar una mariposa
el fleco de una nube
tu almita de cinco años que dice adiós
dice adiós dice adiós dice adiós