Vivo en un pequeño prisma de concreto
Con dos ventanas azules
Y cada día doy vueltas sobre el mismo punto
En una bola intranquila de agua y tierra.
Tengo dos libros casi ajenos
Y escribo un libro adornado con recuerdos.
A veces viene una muchacha
Y se posa en mi cama
Como alondra perdida.
Cada segundo hay cambios en el vacío,
Saltos de estruendo en el espacio-tiempo.
Pero yo no los siento
(no siento los gemidos de estrellas parturientas
multiplicando su estirpe luminosa
en la controversial extensión del firmamento)
y cada noche
soy huésped de mis sueños,
duendes que se apoderan de mi cama
con misteriosos secretos amnésicos.
Cuando me canso y la alondra se marcha Quedo sobre la cama,
En el centro del prisma de concreto
Acariciando las ubres de la luna,
Mientras el tiempo
Toca imperceptible
El espacio carnal donde está mi cuerpo.