perdona mis audacias
que me cosen los huesos
y alimentan mi frente
mis locuras apátridas
que no saben de iguales
insegura cobarde
mordaz y temeraria
casi siempre culpable
inhabitable presa
de un mismo interrogante
perdóname los ojos
náufragos cautivos
esta boca de nodriza sin ancla
y este grito de dios
que me infierna la lengua
con ángeles prestados
y me vuela la boca
de peces y de pájaros
perdona este dolor de antiguo
que descubro en tus ingles
desnudas sin horario
y esta piel sin memoria
suma de nimiedades
y este espejo de sola
rostro de fugaces
que te mira hasta el alma