Salvador Pliego


Despertar de un beso

Mi corazón se agita,
y te encuentra en el lecho,
en la sílaba de mi alma,
...
como si fueras su oración,
la plegaria antes del sueño.
Entonces huye, escóndete,
vuélvete azucena,
para que yo escave tu vida cotidiana,
o respire ese olor de uva y lanza,
o trastoque la tierra desde la piel de la lágrima,
y la frote como el otoño que frota los pistilos
y los hace verdecer de tiempo en tiempo.

Después, dormida,
vienes como del alba y vas cayendo hacia mis brazos.
El mundo me oye, me escucha.
Pero eres tú, palpitante y silvestre,
en el arsenal del pájaro y la espuma,
en la pólvora dulce del desvelo.
Y, simplemente, mis ojos se duermen en los tuyos,
para que un buque zarpe entre los labios,
y se acurruquen dos palomas en el lecho.

Allá, volando, te retengo y arrullo entre mis brazos.