EDUARDO COIRO, Buenos Aires

A LA CARNICERÍA HAY QUE IR CON PLATA...

Él necesitaba escribir.
A primera hora, cuando los zorzales cantaban a la primavera. Mientras su mujer e hijos dormían...
Él quería escribir.
Hasta la media mañana al menos, cuando empezaba a escuchar a su mujer que protestaba desde la cocina:
-“A la carnicería hay que ir con plata”.

-Seamos vegetarianos y felices. –le contestaba a los gritos desde la habitación.

No tuvieron que cazar para comer perdices.

Ni dejaron de ir a la carnicería.
Ni fueron felices.


Él, no escribió nunca más.