PATRICIA GLORIA OYOLA

Es de noche.
Estoy de pie.
A solas con mi vida,
Para festejar mí libertad
D pensamiento, palabra y acción.
Un calido viento,
Me trae una maread notas musicales
Que me envuelve toda.
Hay dos copas.
Bebo lentamente brindando a mi salud
Y por los eternos ausentes.
Un crepúsculo de dolor,
En mi pecho,
Dobla la esquina del destino,
Para encontrarnos frente a frente
.Y me desafía la vida.
A la sangre que corre por mis venas.
A no morir. A durar.

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Alguien, descargo su ira con una ametralladora,
Mientras la tierra amarilla se cubría de sangre-
Ese liquido elemento que corre por tus venas-,
Mientras la vida te sonroja las mejillas.
Y, estabas jugando, con un carrito,
Cuando tu inocencia,
Sintió un dolor punzante en el costado,
De ese cuerpo pequeñito,
Cansado de la rutina atroz de la guerra.
Alguien, en la inmensa lejanía de tus sentidos,
Te llamo con un nombre querido,
Y tú estabas inmóvil, frío
La gente, gritaba a tu lado,
Y, tú silencioso, callado,
Observabas la escena desde tu costado,
Y mirabas fijamente el río curioso,
El río rojo que fluía desde el misterio.
Alguien, te alzo y corrió,
Llamando a otras personas,
Que no conocías,
y no sabias,
Como explicarles, que,
Las palomas oscuras habían salido,
En bandada a tu encuentro
Y les abriste los brazos con una sonrisa,
Que lentamente, se convirtió,
En una mueca de hielo.
Hoy, habías muerto,
Con la vista clavada en el cielo.