ESTE
INVIERNO
Pausado
y prolijo este invierno que también se irá.
¿Qué podrías rumiar José, mientras la luz
comienza a arropar su rutina,
y se escurre lenta sobre ese montón de cosas
baqueteadas e inmóviles?
(Véanse sillas, mesa, libros, papeles.)
¿Guapean figuras en el empedrado humedecido?
¿Qué veo sino el copete de lo que pretendí
ser,
la tierra que tragué, la carta que arrugué,
algún resto de pavor ya indiscernible?
Va un rum-rum apagado. Anótese.
(Los epitafios hacen reír porque producen
grosería,
nunca están a la altura del lector ideal.)
Hora crepuscular: diríase un paisaje propicio
a la molienda.
Sin embargo, alguna satisfacción deberemos
llevarnos con la luz,
la misma luz huidiza que todo lo quiso y ocupó
en un mundo perdido.
Digo perdido: lugar común de los estoicos y
los testigos de Jehová.
Perdido, como esas danzas besadas por la luna,
como un viejo campanario que estalló.