RAMÓN ROJAS MOREL


COMO EL SOL


 

En la comunión familiar

mi ausencia es como un latido

que se precipita en impotencia...

Sólo en pensamiento puedo estar ahí

para compartir el momento sagrado.

Le agradezco a Dios

que puedo escucharlos felices, sanos,

y sentir que me esperan,

como yo los espero y quiero...

Todo tiene su precio

y el mayor premio es volver a abrazarlos,

reencontrarnos para amarnos,

reafirmarnos y reconocernos...

Ya no importan el tiempo,

la distancia o el extrañarnos;

es de nuevo emprender el vuelo,

juntos, emocionados, dichosos,

nutriéndonos beso a beso,

viviendo el tiempo nuevo,

valorándonos, madurando y creciendo...

Después vendrá el momento

en que todo empezará de nuevo

y seremos otra vez el sol

que en el ocaso anhela el amanecer.