Verónica Ruscio


DOMINAR LA TEMPERATURA

 

El helado se me adelanta y cambia de forma en la compotera.

 El periodista mira a cámara desde una fundición en Salta.

 Transpira y está colorado. Hierro maleable,

 pero le pagan bien, se ve.

 Dejo la cuchara. Tintín pegajoso.

 No sirve la ventana abierta.

 

Un compañero de trabajo

 anunció ayer a la mañana:

 con control mental domino la temperatura.

 

¿Cuántos perros tendrán las lenguas largas

 en este momento?

 ¿Cuánta jubilada pituca con abanico?

 

¿Dónde está el antídoto?

 ¿En los garajes

 con sus bocas de penumbra?

 ¿En las entradas de edificio,

 siempre húmedas?

 

Estiro las piernas, tanteo el piso errática

 hasta las ojotas.

 Acomodo los pies.

 Llevo la compotera a la bacha de la cocina.

 

Me está fallando el yoga.