Ricardo Quintana


PADRE RÍO

 

Un cielo de nubes vaporosas

brotaban en el horizonte.

 Enjambres de embarcaciones

 palpitaban en extraña levedad.

 El arcilloso torrente , en felina contienda

 hería el lomo febril

 de una descarnada anaconda.

Mi ojos divisaron al Padre Río.

 Como un ariete desmesurado

 penetraba la garganta

 en el cataclismo de las aguas,

 que esperan su semen limoso…

pariendo en descomunales peces.

 La vida es Él y todos lo saben.

 Nada se parece al cielo río, al río cielo

 al mar río, al río mar…

 En sus fauces viven las tormentas

 y nacen los arpones de los truenos.

 En su cuerpo brilla la luna

 con vocación de hembra.

 Padre Río que estás en la tierra

glorificado sea tu nombre:

 Amazonas, por los siglos de los siglos

 Amén.