WALTER IANELLI

Esto no es un manifiesto


Esto no es
un manifiesto
Cada uno
tiene su estética:
hay
quienes se sienten extasiados ante el resplandor de los astros
y el
fulgor misterioso del cosmos
algunos se
contentan con pintar el caballito al costado del árbol y delante del río
los hay
que se clavan el puñal y se lamentan
Y otros
ilusionados que dicen de la playa, el mar y cosas por el estilo.
Los hay
del amor, por supuesto.
Los
enunciativos
los
totalitarios
los
imperativos como póster de kiosko.
A mí me
gusta hablar de forúnculos y granitos
de
pedacitos de tomate sobre la mesa
de lo que
falta siempre para el todo
del
desierto.
Será
porque mi equipo de fútbol se fue a la “B”
será
porque aumentó el jamón cocido
será
porque ya no se puede fumar en ningún lado
o porque
el intendente de capital no me representa.
Y también
porque estoy harto del no lugar en la poesía
-una
especie de bar moderno, pero hecho de palabras lujosas-
y de las
palabras que ya sabemos
diciendo
cosas que ya nada significan.