Olga Liliana Reinoso

No te vayas aún,
esplende el día
busquemos
estrategias
que nos unan.
En la orilla de
las despedidas
hay cuencos con
mi llanto
y tus temores.
El río avanza
quedate conmigo
me aterra la
velocidad del agua.
Una paloma
vuela en tu contorno
pero yo siento
el alma desalada.
Ya sé que me
querés
pero no alcanza
hay un sabor
que sangra en mis papilas.
Mi mezquina
razón lo sabe todo:
que marcharte
es mejor para vos
y es lo más
sano.
Pero no quiero
que estés lejos de mi vida
no puedo cortar
lazos con tu risa
ese perfume
embriagador que exhalas
es mi droga
fatídica.
¿Por qué me
daña tanto tu partida?
¿Por qué no
aprendo que la senda se abre
para acopiar
tus neologismos?
Si este amor de
tsunami
no sirve para
nada.
Sólo te
arrasará
corriente abajo
descuartizando
tu ramaje nuevo.
Y yo, que soy
un ángel torturado
pero con un
bolsillo de esperanza
no sobreviviré
si te marchito
con mi capa de
ozono destripada.
Vete ya. Apura
el paso
no vuelvas a
mirarme ni con lástima.
Huye de mí. La
tarde viaja rauda.
Te esperan
otros cielos, otros árboles
te están
llamando desde el sur del alma.