Gabriela Piccini

opus VI: me absuelvan

Llego desde el dios de la piedra que desgarra

Esta es la selva donde tanto y de uno en uno se derrama.
...
El tajo verde que soporta al mundo.

Si digo su nombre se funda el agua y el aire brota vivo donde hay un pie de tierra entre lo que no se ve y lo que se acaba

El silencio es del día, la sal de las abejas y el jaguar es toda la noche y siempre y siempre suena el agua, suenan las bestias,
y las moscas carniceras rodean la carne viva o muerta,
el bambú extiende su voz al viento,
estremece y huele la dulce descomposición de la materia.
Después, el retorno de algún águila, su repaso grave sobre tierramojada

La sustancia de la cura infinita nace de la mano del árbol
y esa carne es roja como la tierra es roja, como la madera es roja y el filamento de la vida es verde, cuaja. Y los zumbidos.


Adentro de la jaula yo y mis sandalias, su sola voz de par y la luz de la nada hace brotar la maravilla de una araña.
Desde afuera me alejan el infierno, con descuido, las chicharras.