Ninfa Duarte - Paraguay

La vida… una eterna sinfonía…

La vida, colgando laxa desde lo alto,
a lo largo de mis días distraídos,
con un inmenso silencio de cariños... de sentires... de ti...
descreída y lastimada
llevó mis pasos hacia el mar,
a buscar respuestas que mi alma
no atinaba a comprender.
Huyendo de la vida:
de un sentimiento que caprichoso crecía
dentro del torbellino de mis deseos internos y mudos,
sin vislumbrar una salida... un descanso... un alivio...

A medida que el camino iba quedando atrás,
la vida seguía palpitando...
en el paisaje verde de oxigeno...
de ramas,
de un calor desorbitado...
Estaba en el aire caliente, cargado de nostalgias pasadas...
estaba en los cerros que me saludaban al pasar,
en las palabras que hicieron nido en mi corazón y viajaban conmigo,
ellas revoloteaban en mis oídos...

Intentaba no pensar...
pero la vida gritaba en mi interior.
Dormí, desperté…
conté kilómetros,
completé crucigramas,
mi inquietud crecía... y mis ojos volvían
hacia la ventanilla
donde la vida pasaba rauda
dejando atrás todo aquello de lo que yo estaba huyendo.

Y, pude ver que las nubes se hicieron blancas,
y me sonreían.
El paisaje corría veloz hacia ese tiempo que yo amaba
y que estaba obligada a huir de él;
sentí que me dolía el pecho...
con un dolor de cobardía
que yo me empeñaba en vivir
aún sabiendo que debía morir...
El aire golpeaba mi rostro
y mis manos tomaron el lápiz
para eternizarlos en las hojas olvidadas
de mi agenda...

Eran lágrimas... muchas!!
hasta encontrar el valor…
Brotaron pensamientos y sentimientos
que yacían dormidos de dolores e imposibles...
En una brazada los tomé
cerrando los ojos, entregué al fuego rojo
que me mostró el ocaso
allá junto al horizonte,
y los vi arder,
convirtiendo ese pasado cercano
en una hermosa llamarada al despertar
de la siguiente alborada...

No sé porqué la vida insiste en retoñar,
si estás tan lejos de mi!!

Comprendí que la vida está siempre allí
donde la podemos ver
… y te amé más aún…

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