SORDOS
Lento, muy lento...
Sin voz,
sin susurros de viento.
Ojos displicentes sobre la espalda
helada puñalada trapera
daga desdeñosa indigna del seppuko.
Lento, eternamente lento...
Abúlicas palabras
yacen sobre las llanuras
atentas al añorado desenlace
placentero sueño de los justos.
Cubiertos de tierra tu rostro y el mío...
Múcuras amasadas con manos yertas.
Lento, desafiantemente lento,
ocaso de la raza sopla sus lamentos.
Motas tristes las nubes nos esperan.
Remontan el silencio
los chillidos de los cuervos
como goznes infernales
responsos craquelados
para una moribunda.
Al fondo de la escena
echada sobre la estera
famélica muere la Cordura
Gotas de lluvia negra,
ónices sobre los suspiros secos
resbalan por las mejillas de los pueblos sordos.