GRISELDA GARCÍA, Buenos Aires, Argentina

La siembra
Hice de tu abundancia
un banquete egoísta
un rito privado
una fiesta de uno.
Pude verte pero no supe
decir tu nombre
ni velar tu sueño.
Asustaba lo grave de tu canto
tu insistencia en dar verdad.
Cerré los ojos.
Borré el rastro
que llevaba a vos.
como frutas
que había de multiplicar
me encontré, después
diciendo a otros tus palabras
amando como un animal
frágil como una larva
en su capullo.

Ahora: la siembra.
Esperaré
con la paciencia
del que deseó
y obtuvo.


/de El ojo del que mira, Ediciones La Carta de Oliver, 2009