GRACIELA LICCIARDI, Argentina

de “Nada es para siempre”
y veamos cómo serpentea el cuerpo
y la lengua armada a boca abierta
que gotea
en cada rincón o detrás de las orejas

estalla una bomba
y aunque no tenga pasta de suicida
el perfume cae arrastrando olores


y somos dos
pensando qué vida o qué muerte
se juega en cada encuentro:
la acometida sexual de cabo a rabo
distraídos
como buscando a Dios
de contracara a las palabras