Ernesto Goldar

FERIADO

Ahí está la ciudad
mostrándose desvergonzada.

Veo un gato, hilos, crestas puntudas como erecciones,
ropas tendidas, pájaros desalentados.

Desde aquí mi ciudad son azoteas ennegrecidas,
cúpulas alquitranadas,
zinc podrido de hastío.

Allá está el cielo y un triángulo de río,
gris contra gris, nube sucia sobre un ciego.

Pobre ciudad comida de humedades,
con esta pesadez de la tarde delatándola.

Ni en las cornisas,
ni en la oscuridad de las ventanas,
ni en las antenas vacías como el hambre,
ni en los tanques de agua,
ni en los balcones, ni sobre el humo ocasional de los incineradores,
ni crucificado en las rejillas de los refrigerantes de aire.
he podido ver un hombre.