Jimena Arnolfi, Entre Ríos, Argentina

me quité los dioses despacito
me quité los dioses despacito
me estaban molestando los pies
de tanto desmentirme en las manos
ahora antes de morder la duda
la declaro culpable,
espero y la separo en sílabas,
la deformo hasta dejarla sin ganas
pequeños infiernos se desarman en mi boca
y empiezo a criarlos
con la paciencia del que no entiende
mejor me dejo un dios para más tarde

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payana
estoy imaginando que todavía puedo decir algo,
en voz baja deletreo los próximos pasos,
nunca puedo verme mientras me voy
mientras tanto miro por la ventana:
un otoño se revuelca entre hojas caídas,
está jugando a la payana
con todo lo que había olvidado







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entretanto
yo tenía un dolor de cuerpo prematuro,
se me iba la voz en medio de una parálisis,
bastaba la tos fuerte de mi mamá
para que se enloquecieran los latidos
entretanto la vida insiste,
se encapricha de antojos que salvan,
que bastan para que uno grite
la pucha, que vale la pena estar vivo/ y es verdad,
son esas cartas bajo la manga
que te hacen entender el miedo como pretexto,
no hay más que quiera decirte,
yo me sobresalto rápido, pero estoy bien,
recordé que hay que matar a los padres de chiquitos,
toda la infancia del mundo es huérfana,
tiene frío y nadie la cuida,
el pormenor del mal menor
después se tira a una subasta de culpas
a veces no quiero decir nada,
ni siquiera la estupidez que es necesaria,
disfruto dedicando ese silencio cuando es perverso,
todavía duermo la siesta y tengo pesadillas
tengo que sobrevivir a las caricaturas de un dios
que me enseñaron