LAS CALLES SON TESTIGOS, Gregorio Riveros, PAMPANITO. ESTADO TRUJILLO. VENEZUELA


Las calles de Pampanito vieron mis sombras
caminar por las noches
como putas desterradas.
Con lagrimas
que solo pertenecen a la tristeza de los perros.
Las calles son testigos
de mis andanzas
por querer morder mi propia sombra.
Son testigos de mi llanto
porque la luna
no quizo escuchar mis secretos de amor.
Son testigos de las ausencias de mi amada
que un día amaneció de arrebato
y abandonó su privilegio de Reina
para que las damas del bar “La Casa de las Muñecas” de Cúcuta
se encargaran de gerenciar su trono.
Son testigos de mi cobardía
porque el llanto se escondió en la profundidad de mis ojos
y siempre las niego
porque también hicieron ejercicios de muerte.
Las calles son testigos de mis vuelos
fantásticos
sin brújulas
que me han llevado en secreto
a la costumbre
de convivir con los muertos.