Yo puedo ser eterno
un segundo,
porque la eternidad
no es más que eso.
Pero no un segundo de reloj
que cierra el banco
o marca con tardanza
la tarjeta,
sino uno de vida
plena y honda
en que la intensidad
devora al tiempo.
Y éste no existe
o al menos no se siente
si se desplaza en horas
o en minutos.
Yo puedo ser eterno
un segundo,
si el alma me responde
en el intento.-