Cuando sepas
que ellas se llenaron
de lágrimas teñidas de oro,
cuando el frío
ya las azucaró muy bien,
entonces tomarás en tus manos
a esas esferas tan poceadas
como la luna
y enamorada como ella
entregada a la noche,
empezará la metamorfosis.
Una torre de fetas
como peces sumergiéndose muy hondo,
en un mar de azúcar dormirá,
una sola noche, esos sí...
sólo una noche ,
como un amante fugaz.
Y vendrá clareando el día,
con el gallo anunciador,
con el chillido de gorriones,
con la luz intrusa en tu ventana,
y justo en esos momentos
locamente apasionadas
esperarán para entregarse
al fuego del amor ,
hasta que llenar de aromas a la casa
hasta brillar
como un mar dorado y brillante ,
hasta embelezar aún
a aquellos besos robados.