María De Los Angeles Balmaceda


Salve la luna derribándose en tus ojos

 El paso insomne que te busca

 Salve las mudas aguas

 o el barro fresco que te hace de cama

 La oquedad del abrazo

 Salve los dientes de tu soledad

 Y tu infancia en cruz

 Salve el caldo negro

 que inundó de algas

 tus tripas

 quemándote

 quemándonos

 Salve la puta puerta

 a la que aúllan,

 ávidos de tu manjar de ángel

 los perros de la noche.