DANIEL MONTOLY

LOS GALGOS DEL TIEMPO

Extraña dicotomía pues no hay otra, ni más, es
lo que ves y lo que no hay.
Antonio García

La voracidad insípida
de sus uñas
me despertó.
Tiraban a jirones
hasta convertirme
en sombra.
La sombra
de un recuerdo
en osamenta
de mañanas
sin sol, derrumbadas
sobre un papel
de carne cruda
rechazada
por los galgos
del tiempo
que ladran
no gruñen
ante la mirada
del aire intruso
que observa
con pudor
las dos manos
colocadas
sobre mi trasero,
mientras
con sus cantares
anudados
a mi garganta,
me toman
como el enamorado
de su apetito
ungiendo
mi desnudez
con lágrimas
de mis muslos,
adaptados
por el deseo insatisfecho de mi boca